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Actualización de madrugada

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Lugar: Cantabria, Spain

lunes, 29 de julio de 2013

FIRMAS: Salvador Sostres, PG Cuartango, S González, CG-Abadillo, Secondat, FS Dragó, C Cuesta, C Toro



  • Mi esposa

  • HACÍA DÍAS que no éramos capaces de mantener una conversación sin enredarnos en una u otra discusión, siempre leve pero muy molesta, y la situación estaba empezando a ser desmoralizante para los dos. Sin embargo, y a pesar de que luego no era capaz de contenerme para tratar de evitar el siguiente mal humor, me emocionó profundamente de ella, durante todo este tiempo, el cuidado con que intentaba que las discusiones no fueran nunca a más, la paciencia con que reanudaba el diálogo con la mejor voluntad posible por ver si éramos capaces de avanzar a pesar de su torpeza y de la mía. Algunas veces quise enfadarme con ella pero nunca pude. Llegó un momento en que de un lado casi todo lo que hacía o decía me irritaba y del otro sentía que la quería con todo mi amor y toda mi razón, como jamás había amado a nadie, ni a ella misma. No sabía cómo hacer promedio entre los dos sentimientos, tan encontrados, hasta que la mañana de un miércoles cualquiera, todavía en la cama, acabados de despertar, le dije que la quería y que estaba intensamente enamorado de ella; que la necesitaba, que con ella todo lo tenía y sin ella todo me faltaba. Algunos matrimonios, le dije, admiten que el amor que antes se tenían se vehicula luego a través de los hijos. «Tú sabes lo que quiero a nuestra hija y hasta qué punto es el centro de nuestras vidas. Pero tú eres mi mujer, libremente te elegí, y saber que estás es mi forma de ser libre, y feliz. Dios nos ha agraciado con una niña fantástica y todo vamos a dárselo, incluso la vida si es el caso. Pero no espero nada de ella, porque así es la vida, y cuando sea la hora emprenderá su camino, como así tiene que ser y será».
    Ella me miraba con su cara hinchada de las mañanas, la que más me agrada, y me dijo que nunca le había hablado tan serio ni diciéndole cosas tan bonitas.
    Refundemos todos los matrimonios volviéndole a decir a nuestras esposas lo que San José le dijo a la suya: «Tú eres mi mujer, tu eres mi esposa, tú eres María». Los niños son el fruto pero el amor con que amamos a nuestras esposas y maridos es el amor fundamental y creativo en el que se basa la Historia de la Humanidad. El amor que protege y da sentido y camino a los hijos, y les prepara para amar y dar vida, muchos años más tarde, como si fueran los primeros padres del mundo.

    Mensaje de ultratumba

  • HACE algunas semanas, recibí un paquete de libros de la editorial Península con una tarjeta de Manuel Fernández Cuesta. El envío no hubiera tenido nada de particular si no fuera porque este hombre había fallecido de un ataque cardiaco, a la edad de 50 años, un par de días antes. Este periódico había publicado su obituario.
    Como siempre acostumbramos a dar un significado a las cosas, pensé que esos libros eran un mensaje de ultratumba del editor fallecido, que también había estudiado en París y escrito una biografía sobre Robespierre. Él estaba convencido de que habíamos tenido unas vidas paralelas.
    Pues bien, uno de los tomos que venía en el paquete era Para acabar con todas las guerras, de Adam Hochschild, profesor de Berkeley. He leído febrilmente este trabajo y he entendido por qué Fernandez Cuesta lo había editado y me lo había enviado.
    Lo que el libro cuenta es la trastienda de la I Guerra Mundial y, más en concreto, la tragedia de los escasos políticos e intelectuales que se opusieron en Gran Bretaña a la contienda y que fueron tachados de traidores por el Gobierno y los periódicos.
    El editor de Península y yo habíamos hablado de lo difícil que es ir contra corriente en una sociedad en la que las ideas y la información se han banalizado y en la que domina lo políticamente correcto.
    Al leer el estudio de Hochschild, caí en la cuenta de que sucedía lo mismo en la Gran Bretaña de esa época. Pero con la diferencia de que los opositores al conflicto se jugaban no sólo su prestigio social sino además su propia vida. Hay unas páginas impresionantes en el texto cuando relata que 17 objetores ingleses fueron encarcelados y condenados a muerte en el frente de Verdún en 1916 por negarse a coger las armas. La sentencia del tribunal militar era inapelable y tenía que ejecutarse sin dilación.
    Bertrand Russell, firme contrario a la guerra, logró ser recibido por el primer ministro Lord Asquith, que le argumentó que no podía conmutar la pena porque estaba de acuerdo. En el momento de abandonar su despacho, Russell le dijo que, si permitía el fusilamiento de esos hombres inocentes, la ignominia mancharía toda su reputación.
    Al día siguiente, Asquith mandó un telegrama al jefe del Ejército británico, cambiando la pena de muerte por cadena perpetua. Tras acabar el conflicto, esos 17 hombres fueron puestos en libertad.
    El valor de Russell me devuelve la confianza en el ser humano y me invita a creer que en las peores situaciones siempre podemos hacer algo.

    El estío asesino

  • No sé a quién se le ocurriría acuñar la expresión serpiente de verano para bautizar las noticias menores que, en ausencia de otras de mayor interés, servían para manchar papel en los diarios. Ya había advertido Oscar Wilde que el periodismo es el arte de llenar los huecos que dejan los anunciantes en los periódicos.
    Y, sin embargo, el verano es una estación criminal en la que todo se conjura con la muerte, esa muerte española, más ácida, aguda y calurosa que otras muertes, que «llenaba los campos / hasta entonces honrados por el trigo», por decirlo aproximadamente con palabras de Neruda. El estío asesino, debió escribir Caro Baroja en lugar de festivo. Porque la muerte en España tiene su refugio en los meses de verano. No hablemos de la muerte a mano airada, las periódicas rebatiñas de sangre en que se resuelve este gen cainita que muy bien podría haber sido convivencia, cuyo ejemplo canónico es la Guerra Civil Española, esa epopeya de sangre y moscas, que todavía alimenta las fantasías de una parte de nuestros compatriotas.
    Fijémonos sólo en accidentes. No ha habido verano que no se haya cobrado su tributo de sangre. En julio de 1978 el accidente en el campamento de Los Alfaques costó 243 vidas; 50 en el vuelo de Spantax en Málaga en septiembre de 1982. 10 años después, 46 personas en el autobús de Torreblanca. La riada en el camping de Biescas, el 7 de agosto de 1996 se llevó 87 vidas humanas. El 16 de julio de 2005, 11 retenes de un equipo contraincendios murieron abrasados en Guadalajara.
    El accidente del metro de Valencia, en julio de 2006, registró 46 víctimas mortales. En ese mismo verano, también en julio, los incendios en Galicia dejaron un saldo de cuatro muertos. Fue en agosto de 2008 el accidente de Spanair que dejó tras de sí 154 muertos y en la noche de San Juan de 2010, una docena de personas fallecieron al ser arrolladas por un tren en Castelldefells. Son los precedentes de las 79 víctimas mortales del tren de Santiago, cuyo maquinista declaraba ayer ante el juez.
    Es prematuro adelantar conclusiones cuando aún faltan detalles por esclarecer; tantos, por lo menos, como palabras han sobrado en el espacio público. Una broma tonta del maquinista en su cuenta de Facebook en marzo de 2012 se ha tomado como prueba inequívoca de su culpabilidad, como si 16 meses antes hubiera anunciado su determinación de hacer descarrilar el Alvia en la 61.ª vez que iba a entrar en aquella curva.
    Forma parte de la condición humana la búsqueda de un culpable, alguien que pague por el infortunio. No hace falta dolo, basta la negligencia humana, el fallo técnico, o tal vez el azar o el verano, porque la muerte es en no pocas ocasiones un simple accidente en lo que Pavese llamaba «el oficio de vivir».

    Cara a cara con la verdad

  • Pasó desapercibida la declaración de Luis Bárcenas ante el juez Pablo Ruz, como pasó casi inadvertida la del ex interventor de la Junta de Andalucía Manuel Gómez, ante la juez Alaya, que deja a las puertas de la imputación a José Antonio Griñán. El trágico accidente del tren Alvia en Santiago, con su reguero de muerte, dejó la política fuera del foco mediático durante unos días en los que toda España sintió el escalofrío del dolor.
    De nuevo, como en el 11-M, los ciudadanos han estado a la altura de las circunstancias. El hastío por la manera de comportarse de algunos políticos dio paso a la solidaridad.
    Pero el tiempo pasa y esta semana volverá a estar marcada por la política. Más en concreto, por la comparecencia de Mariano Rajoy, el próximo día 1 de agosto en el Congreso, para explicar su versión sobre la contabilidad B que el ex tesorero del PP ha entregado al juez de la Audiencia Nacional y en la que se ponen de manifiesto ingresos en dinero negro por encima de ocho millones de euros y pagos, también en B, a dirigentes del partido, entre los que estaría el propio presidente del Gobierno.
    Lo más importante de la declaración de Bárcenas ante el juez no es que ratifique la existencia de esa contabilidad B, que él mismo confeccionó durante casi 20 años, sino que sitúa a Rajoy y a los secretarios generales del PP durante ese largo periodo en la cúspide de la trama de financiación y reparto de sobres. Llama la atención que Bárcenas saque de escena a Aznar. Pero, lógicamente, si daba cuenta de los ingresos en B a Rajoy, también debía de hacer el mismo rendimiento de cuentas en tiempos del ex presidente. Sobre todo porque, según Bárcenas, el sistema de sobresueldos fue establecido por el secretario general de aquella época; es decir, Álvarez-Cascos.
    La cuestión es simple: si había financiación en dinero negro, el presidente del partido tenía que saberlo, aunque sólo se le informara de las donaciones más significativas; si no la había, entonces no hay tema.
    Mariano Rajoy, en su comparecencia del día 4 de febrero, dijo: «No es cierto que hayamos percibido dinero en metálico ocultado al Fisco... Todas nuestras retribuciones se han ajustado a la más estricta legalidad».
    Parece obvio que el presidente del Gobierno se mantendrá fiel a esa rotunda afirmación y negará en sede parlamentaria la existencia de una contabilidad B y, por tanto, que haya habido dinero negro para financiar fundamentalmente las campañas del partido, cosa que sí declaró Bárcenas ante Ruz el pasado 15 de julio.
    Si Rajoy niega la mayor, su comparecencia se circunscribirá a la relación que mantenía con Bárcenas y a por qué recibió un trato tan favorable por parte del partido tras su imputación en el sumario Gürtel.
    Ahí, el presidente puede utilizar el argumento de que, en ese momento, él creía en su inocencia y nadie (tal vez a excepción de Cospedal) sabía que era un presunto delincuente y un evasor fiscal.
    Además, argumentará que la prueba de que él nunca ha accedido a ningún chantaje es que ahora está en la cárcel y que las fiscales del caso siguen en su sitio.
    Pero la tesis se desplomaría como un castillo de naipes si, en efecto, se demostrara que hubo entregas de dinero negro en el PP y que él tuvo conocimiento de ello.
    ¿Ha habido financiación irregular en el PP durante los años en que Bárcenas fue gerente y tesorero del partido?
    Un ex dirigente del PP del País Vasco reconoce: «Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, los cargos públicos del PP tuvieron que ser protegidos porque había una campaña de ETA para matar incluso al concejal del pueblo más recóndito. Pasaron casi dos años hasta que el Ministerio del Interior se hizo cargo del coste de los escoltas, que fue muy alto. Durante esos casi dos años, algunos empresarios dieron dinero al partido para financiar ese coste y algunos lo hicieron en dinero negro. Eso lo sabe todo el mundo. No lo hacían para conseguir contratos, sino porque entendían que era una forma de defender la democracia en el País Vasco».
    El dueño de Constructora Hispánica, Alfonso García Pozuelo (imputado en Gürtel), ha reconocido en su entorno que él personalmente llevó dinero a la sede de Génova y que se le entregó a Álvaro Lapuerta en presencia de Luis Bárcenas.
    Hay que tener en cuenta que una de las piezas que se investigan en el TSJ de Valencia tiene que ver con la financiación irregular del PP, causa en la que están imputados algunos de su anteriores dirigentes, como Ricardo Costa.
    Y también hay que pensar que Ruz podría llegar a alguna conclusión en ese sentido al investigar la financiación del PP en la pieza separada conocida como los papeles de Bárcenas.
    El presidente, por tanto, debería ser prudente a la hora de abordar el asunto de la financiación.
    Aunque es verdad que a Rajoy no le gusta demasiado la relación con los empresarios, éstos han buscado su protección o sencillamente su cercanía con fines más o menos inconfesables.
    Uno de los que buscaba ese contacto de forma más activa era Luis del Rivero (Sacyr). Cuenta Bárcenas un viaje a Santiago con Rajoy en 2003, en compañía de Paco Villar (ya fallecido) y Del Rivero, con objeto de tratar con Núñez Feijóo–entonces consejero de Obras Públicas de la Xunta– sobre el peaje del puente de Rande (ría de Vigo). Fuentes cercanas al presidente de la Xunta niegan rotundamente dicha reunión, pero afirman que, en 2005, alguien importante llamó desde Génova para pedir la adjudicación de la autovía de Barbanza a Sacyr, a lo que Feijóo se opuso.
    Aunque Rajoy no quería recibir a los empresarios en su despacho, parece que Del Rivero lo logró tras haber hecho una de sus jugosas donaciones.
    Próximamente, tendrá que declarar María Dolores de Cospedal por un asunto relacionado con Sacyr. Si la secretaria general del PP niega su conversación con Bárcenas, Gómez de Liaño propondrá un careo. El ex tesorero parece dispuesto a carearse con todo el que le contradiga. Incluido Rajoy.
    Siga a Casimiro García-Abadillo en Twitter: garcía_abadillo casimiro.g.abadillo@elmundo.es

    Riesgos de la telecracia

  • Aplaudimos con entusiasmo la aparición de instrumentos que nos facilitan la comunicación instantánea y de dimensiones infinitas con nuestros semejantes. No importa el lugar en el que se encuentre el destinatario de nuestro mensaje, pues se llega a todos los sitios. Es la gran conquista del siglo XXI. Sin embargo, gracias a los medios que estudia la informática se están produciendo en las calles asambleas rápidas de centenares de personas y movilizaciones masivas de protesta. Los gobernantes, en cualquier país, se encuentran sin interlocutores con los que negociar, ya que las masas son movilizadas sin necesidad de dirigentes. En esta telecracia que se avecina tendrán que inventarse nuevas formas de organización política. Por el momento, ese futuro es una incógnita. Los riesgos presentes empiezan a inquietar. / SECONDAT

    Adversus Haeresem

  • CHAPARRONES, apagones, empujones, embotellamientos... Ya ha vuelto el Papa al lugar del que ojalá no hubiera salido. Para soltar tonterías mejor quedarse en casa, ¿no? Descansen los brasileños del aluvión demográfico, vuelvan las garotas en bikini a Copacabana y tranquilícese el pontífice en Castelgandolfo. ¡Claro que, a juzgar por lo visto y oído, igual se niega a veranear donde sus antecesores lo hacían y elige una favela de ilegales en el extrarradio de Roma! Pronto, al paso que va, canonizará a Zapatero, Verstrynge, la Colau, Sánchez Gordillo, Cañamero, Willy Toledo y José Luis Sampedro. Lo del Che aún no se sabe, pero llegará. «La fe es revolucionaria», ha dicho a los pies del Corcovado ese émulo de san Vladimiro Lenin. ¡Y yo que siempre había creído que sólo la razón lo es! ¿En qué estarían pensando los purpurados cuando decidieron instalar en el solio de Pedro, que nunca fue Papa, porque aún no había Iglesia, a un teólogo de la liberación? Otra frase gloriosa: «Pon fe en tu vida y ésta tendrá un sabor nuevo». Sí, como la cocina de El Bulli. A este Sumo Pontífice, cualquier día, le prenden en la bocamanga tres estrellas michelín. ¿Hablábamos de gastronomía? Pues llega el plato fuerte: «los pobres, ha dicho, son la carne de Cristo». ¿De veras, Santidad? ¿No habíamos quedado en que la Iglesia que usted preside es ecuménica, o sea, universal, abierta a todos, sin excepción, y no mide a la gente por lo que tiene, sino por lo que es? Otra guinda (me la sirve un titular): «El Papa critica la legalización de las drogas». Ese buen samaritano saca así los pies de las sandalias del pescador, renuncia al sentido común y se suma a quienes apoyan el narcotráfico, las muertes por sobredosis y adulteración, el fraude fiscal y el derroche de dinero público para sostener una guerra que ya se ha perdido. Peor aún: condena el Papa de ese modo nada menos que el libre albedrío, piedra angular de la filosofía cristiana. ¡Sacrilegio! Para librarse de él tendrá que meter en el Índice a Tomás de Aquino y a todos los santos varones de la escolástica. Creía yo hasta hace poco que el Anticristo era Bill Gates, pero el Papa de la fe ha sembrado en mí la duda. Demagogia electoralista y populismo barato: he ahí la estrategia de este indigno sucesor de Ratzinger y Wojtyla. Aclaro, por si alguien me interpretara mal, que esta columna no va en contra de la Iglesia, sino a favor de ella.

    La otra cara del dato del paro

  • ¿Quién puede no alegrarse de una rebaja del paro de 225.000 personas? ¿Quién puede no celebrar un dato amable en medio de un panorama político desolador? Entiendo que solamente alguno de esos miles de políticos que deambulan por nuestra gigantesca burocracia esperando a que el partido contrario caiga para ser ellos quienes se suban al coche oficial. Pero que celebremos una rebaja del paro no puede suponer la erradicación del análisis. No puede implicar el paso al comentario autocomplaciente. Porque si lo hacemos, permitiremos el predominio de esos mismos analistas que aseguraban en 2008 que España saldría antes que nadie de la crisis. Aquellos que favorecieron la miopía política frente a las alertas económicas y que permitieron llegar al tétrico lugar en el que estamos ahora.
    Pues bien, dicho esto, y auto apeado del concurso de pelotas al que hoy asistimos, permítanme que recuerde algunos datos sobre el paro que merecen la consideración de cualquiera que busque la mejora de España. Nuestro país tiene una población de 46,7 millones de habitantes. De ellos, 38,2 millones tienen más de 16 años. Y, de ese colectivo, sólo 22,7 millones forman parte de lo que se conoce como población activa. Una población que sigue descendiendo –sólo en la última Encuesta de Población Activa (EPA) en 76.000 personas– y que ha ido acompañada de una reducción de nada menos que 633.000 personas en el número de ocupados en el último año.
    ¿Qué significa esto? Como destaca la oficina europea Eurostat, mientras el 82% de los suizos, el 77,2% de los holandeses o el 75,6% de los austriacos en edad de trabajar lo está haciendo, en España ese porcentaje se reduce al 59,3%, 10 puntos menos que en 2007 y tan sólo rebasado en esta desastrosa marca por Grecia: 55,3%. ¿Y qué supone esto a su vez? Pues que nuestras pensiones, sanidad y educación son impagables cuando son tan pocos los que pagan. Porque el traslado de estas cifras al número de trabajadores supone que los servicios de casi 47 millones de personas son costeados por 16,7 millones de ocupados totales, de los que sólo 13,9 millones son trabajadores del sector privado –los que pagan con su actividad su sueldo, más el de los empleados públicos–.
    Esta es la realidad. Una realidad necesitada de más reformas, de recortes del gasto público, de reducciones del aparato político administrativo y de rebajas de impuestos. ¿Optimista o pesimista? Me da lo mismo. Es la realidad.

  • Mireia Belmonte no está sola en el agua y el cielo. La acompaña Melani Costa, plata en los 400 libre. Esa compañía es hoy una posición de escolta que aspira, mañana, a convertirse en una jerarquía gemela y quién sabe si un escalón superior. Las dos platas olímpicas de Mireia establecen aún una diferencia con el mismo metal mundialista de Melani, teniendo en cuenta, además, que un Mundial tras unos Juegos Olímpicos es un Campeonato siempre imponente. Pero con las grandes figuras en plan recorte de programa y rebaja de exigencias.
    Melani viene lanzada a los 24 años, una edad, por otra parte, un tanto elevada para convertir a su titular en una estrella precoz y una revelación súbita. Ya ha sido olímpica dos veces y participado en tres Mundiales. Pero, en los últimos ocho meses, ha hecho grandes cosas. Ganó el Mundial en piscina corta (un indicativo, una referencia) y ahora ha sido subcampeona en este su tercer Mundial. Lo que cuenta es que su progresión tiene el aire de un estallido más que de una evolución.
    En su caso, como en el de Mireia, las aspiraciones se detienen en la plata y quizás nunca pasen de ahí. Siempre hablamos de medallas, como si todas respondieran a una misma categoría. Pero las de oro poseen un valor intrínsecamente superior. No sólo por el color, sino porque, a menudo, separan a los nadadores, a los deportistas magníficos de los excelsos.
    Miramos la marca de Melani (4:02.47) y nos maravilla. Coloca a su autora entre las 10 mejores especialistas de todos los tiempos. Pero vemos la de la ganadora, Katie Ledecky (3:59.82) y nos apabulla. La estadounidense, además, tiene 16 años y ya, en 2012, en los Juegos, fue campeona olímpica con 15 en una prueba, los 800 libre, reservada en principio a nadadoras físicamente cuajadas.
    No ha habido ningún récord del mundo en esta primera jornada, aunque no faltaron amagos, como el de la propia Ledecky, que terminó 67 centésimas por encima de la plusmarca de Federica Pellegrini y se convirtió en la segunda mujer de la historia en bajar de los cuatro minutos. En la misma prueba masculina, tampoco se quedó lejos Yang Sun (3:41.59 por los 3:40.07 de Paul Bidermann). Del chino, que pareció nadar sujetando las bridas, podemos esperar más cosas.
    Cabe preguntarse entonces si veremos algún récord en las siguientes jornadas. Los récords forman parte de la rutina dorada de las grandes citas. Pero hay rutinas admisibles y rutinas intolerables. Tras la orgía desmedida y artificial de los bañadores plásticos, con 43 nuevos topes sólo en el Mundial de Roma´09, las aguas volvieron a su cauce.
    Contradiciendo los justificados augurios de retroceso generalizado de las marcas, los récords, aunque batidos con cuentagotas, no detuvieron su marcha. Lochte (200 estilos) y Yang (1.500) volvieron a darles cuerda en el Mundial de Shanghai, en 2011. Había vida después del poliuretano. Sin derroches artificiosos ni alardes multitudinarios. Vida proporcionada y creíble.
    El chino se mejoró a sí mismo en Londres, donde hubo dos récords más, ambos en braza. Las chicas no reaccionaron en Shanghai, pero establecieron en Londres seis nuevos topes. Barcelona supone la posibilidad de seguir profundizando en el progreso de la natación, cuyos límites cronométricos, superada ya la enloquecida época de las resinas sintéticas, están aún por fijar y discutir.

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